miércoles, 10 de agosto de 2011

AWKA LIWEN - REBELDE AMANECER


http://www.awka-liwen.org/



AWKA LIWEN

Por Oscar Ranzani

Dirección: Mariano Aiello y Kristina Hille.Autoría y guión: Osvaldo Bayer, Mariano Aiello y Kristina Hille.Narración: Osvaldo Bayer.Fotografía y Montaje: Mariano Aiello y Kristina Hille.Producción: Macanudo Films-Mariano Aiello.Música original: Tremor-Leonardo Martinelli.



Después de la humillación hispánica que sufrieron los pueblos originarios en territorio argentino, al año siguiente a la Revolución de Mayo, Juan José Castelli proclamó el fin de la servidumbre indígena en el histórico documento de Tiahuanaco, dejando escrito que aquella gesta patriótica también se había hecho para los pueblos originarios y que “con ellos tenemos que trabajar, aprender de su cultura” y “conectarnos con el amor a la naturaleza de esos pueblos”. ¿Dónde quedaron, entonces, esas ideas en un país que tuvo distintos planes de exterminio contra los indígenas a lo largo de su historia y en el que la oligarquía terrateniente se apropió indebidamente de sus tierras? Este es uno de los tantos interrogantes que deja planteado el documental Awka Liwen, escrito y narrado por el escritor y periodista Osvaldo Bayer, y dirigido por el abogado y cineasta argentino Mariano Aiello y la politóloga alemana Kristina Hille. Awka Liwen significa “Rebelde amanecer” en idioma mapuche. Y de algún modo, este film busca rebelarse a la “historia oficial” sembrando una luz de entendimiento en ese horizonte oscuro del pasado argentino.

Este documental es también una verdadera clase de historia. ¿Y qué mejor que Osvaldo Bayer para contarla? Haciendo uso de una verborragia seductora para el espectador, el autor de Los vengadores de la Patagonia trágica va desgranando diversos comentarios históricos, trazando un relato armonioso que se complementa con testimonios de historiadores como Felipe Pigna y Norberto Galasso. Pero Awka Liwen no es un documental de cabezas parlantes: sólo en su justa medida opinan también especialistas cuando el tema lo requiere. Y el relato de Bayer se entrelaza con un material de archivo que le aporta su cuota de documento histórico.

A lo largo de casi ochenta minutos, Awka Liwen va mostrando que antes del genocidio de Julio Argentino Roca, eufemísticamente denominado “Campaña del Desierto” –aunque las tierras usurpadas a los indígenas eran en su mayoría fértiles– hubo otras campañas como, por ejemplo, la que llevó adelante el gobierno de Bernardino Rivadavia entre 1826 y 1827, a través del coronel prusiano Federico Rauch, que buscó exterminar a los indios ranqueles. Y planes que sólo entraban en la mente de un delirante como la famosa Zanja de Alsina, que proponía dividir el territorio argentino a lo ancho a través de una enorme zanja, de modo que si los aborígenes intentaban pasarla se quedarían sin ganado, ya que las vacas no podrían saltar. Luego llegaría, sí, el exterminio de Roca en el que se calcula que murieron entre 10 mil y 14 mil indígenas. Y el film demuestra que, a través del exterminio, se hicieron negocios turbios con sus tierras.

Y si de negocios se trata, hay que mencionar que Awka Liwen efectúa una profunda denuncia contra los terratenientes. Basta comprender que por aquella época el primer presidente de la Sociedad Rural Argentina, José Martínez de Hoz (el bisabuelo del ministro de Economía de la dictadura 1976-1983) obtuvo 2,5 millones de hectáreas, un territorio que, dice Bayer, era más grande que El Salvador, habitado por seis millones de personas. Para establecer una relación entre pasado y presente, Awka Liwen también menciona que los Benetton compraron en las postrimerías del siglo XX, 900 mil hectáreas, una superficie catorce veces mayor que la de Singapur, que podría habitarse por nada menos que 154 millones de personas. Ese pasado terrateniente queda relacionado con el actual presente agropecuario. Por eso el documental recuerda el conflicto de las retenciones de 2008 para entender cómo la oligarquía siempre se aprovechó de los territorios ancestrales y cómo obtuvo ganancias extraordinarias en la lucha por la distribución de la riqueza. Y todo esto sostenido por un feroz racismo estructural que se hizo carne en muchos sectores de la sociedad argentina, del cual fueron víctimas los pueblos originarios.





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