domingo, 15 de septiembre de 2019

El Maestro Kolla Mercado

El maestro Coya Mercado El charanguista es referente de músicos como Jaime Torres José María "Coya" Mercado, Jose Maria Mercado (El Kolla Mercado) 9 de agosto de 1930 - 5 de Marzo de 2010 ,
este sencillo hombre de 70 años, puede contar la historia anónima de Jujuy y su gente, la lucha de los mineros, los levantamientos rebeldes indígenas, la vida de musiqueros, pastores y poetas, o el destino azaroso de sus canciones, que fueron del altiplano a Japón. El silencio que envuelve a Mercado se parece mucho al de Abrapampa, ciudad principal de la puna jujeña donde nació y vivió buena parte de su adolescencia. En ese clima, el charanguista, compositor, referente de maestros como Jaime Torres, encuentra el momento para que el vino riegue sus palabras. " Yo he nacido en Abrapampa, entre medio e´ los tolares, aspirando el aire puro y el viento de los huancares. Voy a formar un barquito con dos hojitas de coca, para embarcar corazones de Abrapampa a Cochinoca... dicen que el carnaval viene agitando su bandera, sacudiendo su ojotita, levantando polvareda..", se presenta recitando, como es su costumbre. Su historia se cuenta por medio de sus obras más populares: "Soy de la puna", (que se hizo famosa en Francia y en Japón gracias al reconocido aerofonista Uña Ramos), "El Aguilareño", "Linda purmamarqueñita", "Clavelito tilcareño", que se cantan en todo el norte argentino y retratan la vida cotidiana de hombres y mujeres de Jujuy. De sus composiciones dice: "Siempre rasgaba mi guitarra y salía algún carnavalito o un bailecito, pero no tenía idea que eso podía gustar", cuenta. Mercado no se considera un recopilador, ni un músico, ni un poeta, ni un editor, ni un maestro de la región, pero con el tiempo se transformó en eso y mucho más. "Un día me planteé si hacía los temas que estaban de moda en el folklore. Después dije no, voy a aprender lo que hace la gente de mi pueblo. De la Quiaca a Jujuy hay muchos creadores. Comencé a buscar y encontré a Máximo Gregorio Puma, Mealla, Torres Aparicio, y a pesar que de sabía que eso no podía llegar a tener la misma trascendencia, lo seguí haciendo porque tenía que ver con mi identidad". Mercado compuso canciones, ayudó a grabar a grupos folklóricos en Buenos Aires y editó libros y cassettes con las voces de escritores de su región. "Quería mostrar a los poetas nuestros. En la puna está Domingo Zerpa, en la quebrada Choque Vilca y Jorge Calvetti (muy admirado por Borges)", recita. Mercado no perdió las características del hombre puneño. Sigue mascando coca. Habla susurrante como si estuviera recitando un poema. Mantiene los ojos entrecerrados, algo necesario para sobrevivir a ese viento que arrastra el arenal del altiplano. "El cuerpo está acá, pero mis pensamientos están en la puna", dice a pesar que hace casi cincuenta años vino a Buenos Aires a estudiar agronomía y se radicó en La Plata, donde vive con sus tres hijos y su señora. "Muchos de mi zona vinimos a estudiar y nos quedamos acá. No me arrepiento, si yo no hubiera salido de Abrapampa tampoco habría hecho nada, porque cuando uno vive en su medio no ve las cosas. Tenés que tomar distancia. La añoranza te hace valorizar tu tierra", cuenta este maestro que siempre tuvo que buscarse otros oficios para vivir. Ahora enseña música en las cárceles. Antes de bajar definitivamente a Buenos Aires, el Coya Mercado había hecho un primer viaje iniciático. "Cuando llegué a primer año de la escuela ya sabía tocar el charango, gracias a un boliviano que tenía una casa de artículos regionales. También tocaba la quena y tuve que aprender a tocar la guitarra en un día, con un grupo que justo necesitaba venir a Buenos Aires. Lo que más me llamó la atención de la gran ciudad fue la Coca Cola, que recién llegaba acá y como no tenía azúcar tenía un gusto parecido a la chicha". En los primeros años de juventud, la música era una forma de afrontar la dureza de los inviernos. "En aquellos días, cuando me tocó ser maestro rural y lo único que se siente es el silbido del viento, empezaba a recordar las noches de serenatas de mi época de estudiante. Recordando las guitarreadas y amorcitos nacieron varias canciones. "Uno de mis primeros bailecitos fue "El Aguilareño" y jamás se me ocurrió que se iba a difundir por todos lados. Un día llegué a la mina El Aguilar y todos los mineros la estaban cantando. Fue emocionante. Terminó siendo un himno para ellos. Aunque como nunca me pareció una gran letra no la registré", cuenta. Mercado parece un niño grande. "Nadie me da la edad que tengo, será que siempre la he pasado muy bien a pesar de que de chico sufrí mucho porque soy hijo ilegítimo, no conocí a mi padre y mi madre me dejó con mi abuela. Mi mamá se casó, hizo su vida, yo me crié solito". Pero Mercado no se queja : "Siempre intenté disfrutar lo que me dio la vida", dice. Maestro de maestros En sus viajes y recorridas por el interior de Jujuy conoció a maestros que influyeron en grandes creadores como Atahualpa Yupanqui, como don Osorio, un músico que tenía un toque especial. "Atahualpa le dedicó un capítulo completo en uno de sus libros. Era un hombre que sabía tocar muy bien su guitarra. Muchos aprendieron con él", reseña Mercado. También se encontró con otras figuras que se hicieron conocidas con el tiempo como el pintor Medardo Pantoja, "le iba a tomar todo el vino que hacía", recuerda, y el quenista humahuaqueño Uña Ramos, que popularizó su tema "Soy de la puna" hasta en Japón. "Yo lo conocí de joven, cuando estaba de sacristán en Humahuaca, pero ya lo andaban buscando varios. Después, con el tiempo lo volví a encontrar en Buenos Aires con el grupo de Jaime Torres, antes de que se fuera a Francia. En esos ensayos, Jaime me pidió varios temas que le habían gustado. Se quedó finalmente con "Soy de la puna" y lo grabó, fue la primera grabación que tuvo el tema. Después, Uña Ramos la volvió a grabar para un disco solista y su versión se hizo conocida en todos lados." NOTA: Artículo extraido del periodico La Nacion

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