Pateando el estribo-Milonga - autor Omar M. Palacios
Sí, señores, ¡soy surero!
desde el garrón a las clinas;
un panal para las chinas,
espadaña del nutriero.
Cantor y serenatero,
pájaro de alas inquietas;
traqueteao como chancleta
con esperencia crotera,
di'antigua estirpe guerrera,
dimana mi papeleta.
Hijo de Dios: imperfecto.
Rindo culto a la amistad,
el bronce de la verdad
entropilla los afectos.
Deshecho cualquier proyecto
obsecuente, adulador;
con reboque de señor
disimulando el carancho:
por limpio que sea el chancho,
siempre es chancho y tiene olor.
Dulce guitarra española
como carne de bagual;
donde canta este zorzal,
las calandrias hacen cola.
Se atropellan las chingolas
po'el asunto 'e las cuestiones;
los cuervos y lechuzones
me quisieran desplumar,
y ¡qué apuro por cantar
le ha dentrao a los gorriones...!
Aprendí en los redomones
si hace frío y es temprano:
ser precavido, liviano
y dispuesto a los garrones.
Entre matungos sobones
que no gatillan las patas
la dignidad se abarata
y se empieza a desteñir.
No es cuestión de confundir
retreta con serenata.
Astuto como indio herido
pa' mezquinar la persona,
a la mentira embrollona
en un mundo confundido.
Soy de raíz definido,
con flores y con espinas
y mi conciencia Argentina
no es chicharrón de vizcacha;
y tampoco oveja guacha
que la corren las gallinas.
Y ya pego la sentada
pa' corcoviar al descuido:
una torcida, un quejido
y el estribo, una patada.
Tengo cuchilla afilada
en la zurda, poncho fino
pa' cualquier bicho dañino
sea de adentro o de ajuera,
¡y no tengo más bandera
que el pabellón Argentino!
¡Charlatanes de cocina,
me tienen medio pasao!
y bastante repugnao
señores de cartulina:
el veneno que camina,
el mediocre, el resentido,
el ventajero, el bandido,
orejeando los barullos
que anda a salto de yuyo
como el cuis: a los chillidos.
Y me molesta el bocón:
puro jarabe de pico
manejados del hocico
como toros de galpón;
son frágiles de opinión
cuando la taba es culera.
Pero de cualquier manera,
como se han puesto baqueanos,
se le revalsan las manos
recorriendo las tramperas.
Mi hermano, herido en el ala,
es un tigre que tranquea
pero a ese naide lo arrea
con un rebenque de chala.
Cuando la patria echó mala
dio la sangre sin cumplido;
en las buenas abstraído,
como daga amojosada,
pero cuidao la patada
del mancarrón distraído.
Los facones caroneros,
las boleadoras, el lazo,
lanzas, sable, trabucazo
tosiendo los entreveros;
lobunos, gateaos, overos,
se jugaban escarciando,
el tiempo de andar patiando
tan solo para un rodeo
cada gaucho es un museo
con las armas descansando.
¡M'echo tierra sobre el lomo!
igual que el toro empacao
el musculo amartillao
y el aspa con varios plomos.
Si yo fuera mayordomo
de mi país, a lo ancho,
pondría guardacaranchos;
y a lo largo: curanderas;
un sapo en cada bichera
y un chiquero pa los chanchos!
desde el garrón a las clinas;
un panal para las chinas,
espadaña del nutriero.
Cantor y serenatero,
pájaro de alas inquietas;
traqueteao como chancleta
con esperencia crotera,
di'antigua estirpe guerrera,
dimana mi papeleta.
Hijo de Dios: imperfecto.
Rindo culto a la amistad,
el bronce de la verdad
entropilla los afectos.
Deshecho cualquier proyecto
obsecuente, adulador;
con reboque de señor
disimulando el carancho:
por limpio que sea el chancho,
siempre es chancho y tiene olor.
Dulce guitarra española
como carne de bagual;
donde canta este zorzal,
las calandrias hacen cola.
Se atropellan las chingolas
po'el asunto 'e las cuestiones;
los cuervos y lechuzones
me quisieran desplumar,
y ¡qué apuro por cantar
le ha dentrao a los gorriones...!
Aprendí en los redomones
si hace frío y es temprano:
ser precavido, liviano
y dispuesto a los garrones.
Entre matungos sobones
que no gatillan las patas
la dignidad se abarata
y se empieza a desteñir.
No es cuestión de confundir
retreta con serenata.
Astuto como indio herido
pa' mezquinar la persona,
a la mentira embrollona
en un mundo confundido.
Soy de raíz definido,
con flores y con espinas
y mi conciencia Argentina
no es chicharrón de vizcacha;
y tampoco oveja guacha
que la corren las gallinas.
Y ya pego la sentada
pa' corcoviar al descuido:
una torcida, un quejido
y el estribo, una patada.
Tengo cuchilla afilada
en la zurda, poncho fino
pa' cualquier bicho dañino
sea de adentro o de ajuera,
¡y no tengo más bandera
que el pabellón Argentino!
¡Charlatanes de cocina,
me tienen medio pasao!
y bastante repugnao
señores de cartulina:
el veneno que camina,
el mediocre, el resentido,
el ventajero, el bandido,
orejeando los barullos
que anda a salto de yuyo
como el cuis: a los chillidos.
Y me molesta el bocón:
puro jarabe de pico
manejados del hocico
como toros de galpón;
son frágiles de opinión
cuando la taba es culera.
Pero de cualquier manera,
como se han puesto baqueanos,
se le revalsan las manos
recorriendo las tramperas.
Mi hermano, herido en el ala,
es un tigre que tranquea
pero a ese naide lo arrea
con un rebenque de chala.
Cuando la patria echó mala
dio la sangre sin cumplido;
en las buenas abstraído,
como daga amojosada,
pero cuidao la patada
del mancarrón distraído.
Los facones caroneros,
las boleadoras, el lazo,
lanzas, sable, trabucazo
tosiendo los entreveros;
lobunos, gateaos, overos,
se jugaban escarciando,
el tiempo de andar patiando
tan solo para un rodeo
cada gaucho es un museo
con las armas descansando.
¡M'echo tierra sobre el lomo!
igual que el toro empacao
el musculo amartillao
y el aspa con varios plomos.
Si yo fuera mayordomo
de mi país, a lo ancho,
pondría guardacaranchos;
y a lo largo: curanderas;
un sapo en cada bichera
y un chiquero pa los chanchos!
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